Que soñaba con que existía un gran amor,
pero no pensaba encontrarlo.
Que cuando se preguntaba qué había hecho de ella,
la respuesta que encontró fue darse a todo el mundo.
Sólo podía servir su vida entregada a los demás,
al que más lo necesitara.
Un buen día empezó a sentir que debía ser ella,
que sólo existía una vida
y que no veía justo pagar eternamente..
Se empezó a ilusionar al sentirse querida,
cuando la hacían ver que era valiosa, que era amor.
Vivía los sueños de los demás
fomentándolos, ayudándolos.
Un buen día la vida le cruzó en su camino al amor,
a ese gran amor con el que ella soñaba,
pero no era libre y eso hacía que él se alejara.
Esa mujer descubrió que todos sus sueños de amor
se quedaban pequeños,
que el amor que había encontrado
tenía demasiada fuerza.
Le entregó toda su inocencia, su inexperiencia.
Le entregó su vida hasta la eternidad.
La amara o no
ella viajaría con él por las calles de la vida.
Ella empezó a vivir.
Sufriera o no, eso era vida.
No era una jaula de cristal que la preserva de todo.
Era sentimiento, tristeza, alegría, risa, llanto.
Su equipaje era su amor y a él,
al ser más hermoso, le entregó su maleta.
No llevaba malicia, coquetería,
ingenio, picardía, sensualidad.
Solo llevaba la sencillez de un gran amor
que nació en la inocencia de una vida no vivida
Bucanera